Ana Barrueso
Ana Barrueso
¡Hola! Soy Ana, una de las mitades que forman The Good Translator.
Desde pequeña, he tenido un gran afán por comunicar mis ideas al mundo. Mis intereses siempre han sido muy variados y, a lo largo de mi vida, me he expresado gracias al dibujo, la fotografía o la actuación, pero es la escritura —tanto en español como en inglés— la que me ha hecho encontrar mi propia voz. Escribir es una de mis grandes pasiones y una parte muy importante de quién soy. Escribo relatos cortos, artículos, poemas, canciones y, en momentos repentinos de inspiración, frases sueltas sin identidad que a menudo quedan olvidadas en la aplicación de notas de mi móvil.
Fue precisamente mi pasión por la escritura, junto con mi gran interés por los idiomas, lo que guió mi decisión de estudiar Traducción e Interpretación en la universidad. Me especialicé en traducción general y audiovisual, del inglés y del francés al español.
Al final del grado, tuve la gran oportunidad de realizar prácticas en Fundéu, una fundación asesorada por la RAE que tiene como principal objetivo promover el buen uso del español en los medios de comunicación, y donde pude trabajar codo con codo con periodistas, lingüistas y traductores. Durante el tiempo que pasé allí, entre otras tareas, confiaron en mí para escribir numerosas recomendaciones lingüísticas, así como dos artículos para su blog sobre lengua. Uno de esos artículos se adaptó y se incluyó posteriormente en el libro 1001 curiosidades, palabras y expresiones del español, una obra que recopila cien listas sobre diferentes aspectos de nuestro idioma.
La cocina —en especial la repostería— es otra de mis grandes pasiones y, como bien saben todos los que me conocen, una de las cosas que mejor me definen. Si hay una fiesta, yo suelo llevar el postre. De hecho, antes de decidir estudiar traducción, me planteé seriamente la cocina como una salida profesional y, de los quince a los diecisiete años, mantuve un blog donde compartía mis mejores recetas y relataba mis experiencias entre los fogones.
Cuando no estoy traduciendo, escribiendo o experimentando en la cocina, suelo estar incordiando a mi gato León, cantando, leyendo, viendo alguna serie o película, creando nuevas playlists de música o tomando tarta y té con mis amigos en alguna cafetería de Madrid.
«Ana es la compañera que todos desearíamos tener; no solo es trabajadora, tenaz y perfeccionista, sino que además tiene una creatividad inherente con la que consigue inspirar a sus compañeros y llenar de magia cualquier proyecto. Es, sobre todo, una persona extraordinaria que lucha por sus ideales y con la que siempre se puede contar.»